A lo largo de la historia, hubo gigantes del sindicalismo argentino, que dejaron huellas y que nunca serán borradas por nadie.
Sin lugar a dudas, cada uno de ellos tuvo su impronta, su forma de gestionar, sus logros obtenidos para el gremio que supieron conducir, y demostraron lo que significa ser un verdadero líder.
Pero, por otro lado, hay algo que el tiempo también nos ha hecho entender a todas y a todos nosotros.
No existen los Mesías en los sindicatos.
Desde hace muchos años, las bases, aspiran a tener una conducción gremial que funcione en equipo, dejando de lado los personalismos de dirigentes o de aspirantes a conducir distintos gremios.
Ya no hay tiempo para personalismos, los egos o el narcisismo en los sindicatos.
Tampoco puede suceder en el mundo sindical, algo que lamentablemente sucede en la política partidaria.
El hecho de que ciertas personas porten apellidos de renombre en ámbitos sindicales, no otorga derecho alguno a tener que ocupar cargos sindicales (comenzando por Secretarías Generales), por el solo hecho de su apellido.
Para aspirar a ocupar un lugar en una conducción, primero hay que estudiar mucho, capacitarse, tener trayectoria, y trabajos realizados, para que cualquier mujer u hombre acrediten antes sus pares estar en condiciones de llegar a la conducción.
Nadie puede pretender conducir, sin contar previamente con el apoyo de las bases, es decir de sus compañeras y de sus compañeros.
No se puede ser sectario, pues quienes buscan imponer el pensamiento único, están gritando públicamente que no están en condiciones de conducir ningún sindicato claramente.
Un líder verdadero une, y no divide.
Cada vez somos más trabajadoras y trabajadores, los que estamos convencidos de que los sindicatos deben apuntar a profesionalizarse, y adaptarse a las nuevas tecnologías en todo sentido.
Esto no implica que solo lleguen quienes tienen un título o varios títulos profesionales.
Esto significa que se requiere tener personas altamente calificadas, con proyectos ambiciosos y sobre todo que sepan lo que quieren hacer en el lugar que les toque tener en una conducción.
A veces sectores de oposición, critican a oficialismos, pero lamentablemente demuestran ser más que parecidos en la forma de manejarse.
A veces sectores de oposición operan para dividir a la propia oposición, cuando se intenta buscar la unidad para ganarle al oficialismo. Hablamos de eternos serviles, y funcionales al oficialismo.
A veces sectores de oposición, insisten con los mismos “referentes”, que se transformaron con el tiempo en perdedores seriales de elecciones. Es necesario que esas personas también entiendan que deben dar un paso al costado y dejar de obturar caprichosamente, la posibilidad a otras mujeres y hombres de ser nuevos referentes.
Hay que trabajar en nuevos liderazgos.
Hay que abordar fuertemente la capacitación de las trabajadoras y los trabajadores que quieren conducir el sindicato.
Hay que darle a las jubiladas y jubilados de los sindicatos, el lugar que merecen tener dentro de la organización gremial. Deben tener derecho a votar autoridades, y balances sindicales entre otras cosas.
Hay que construir un nuevo sindicalismo, con nuevos líderes (mujeres y hombres), con nuevas ideas, con nuevas iniciativas, pero, sobre todo, hay que empezar a conformar verdaderos equipos de trabajo, integrados por las mejores y por los mejores referentes de cada sindicato.
Tenemos la posibilidad de poner de pie nuevamente, a organizaciones sindicales de peso que hoy se encuentran de rodillas.
Depende de cada una y de cada uno de nosotros, volver a ponerlas de pie.