En el contexto de un debate sobre el futuro energético de Argentina, el gas natural emerge como uno de los temas centrales, especialmente en relación con su potencial como fuente de exportación. Sin embargo, para Rubén Ruiz, secretario general de la Asociación del Personal Jerárquico de la Industria del Gas Natural, Derivados y Afines (APJGAS), el enfoque dominante en los medios sobre el gas como un "salvavidas" para el país omite aspectos clave del análisis. "Lo que nosotros vemos es que la inmensa mayoría de la información habla del gas natural como un elemento de exportación que, entre comillas, puede salvar a la Argentina", expresó en diálogo con Data Gremial.
El gas natural como salvavidas económico: una visión parcial
Para Ruiz, aunque la exportación de gas puede representar un avance significativo, hay una serie de elementos que no se están considerando de manera integral. "Nosotros creemos que es un salto importante pero que se omiten una determinada cantidad de elementos para poder hacer un análisis concreto de la situación", destacó, refiriéndose a la necesidad de una evaluación más profunda de los efectos de esta estrategia en el país.
El sindicato que lidera Ruiz agrupa a trabajadores jerárquicos, técnico-operativos y administrativos de la industria del gas, un sector que ha sido escenario de continuos reclamos por mejoras salariales y mejores condiciones laborales. En su lucha, destacan la importancia de que las políticas energéticas no solo contemplen el beneficio de las empresas, sino que también prioricen el bienestar de los trabajadores. En particular, el sindicato mantuvo una postura crítica hacia compañías como Naturgy Ban, que, según el gremio, no garantizan condiciones laborales justas.
Uno de los puntos clave para Ruiz es la cantidad de infraestructura disponible para el transporte de gas, así como el número de puestos de trabajo que esto podría generar. En este sentido, destaca que los contratos más importantes en la actualidad se centran en la exportación de gas hacia Chile (Gas Andes), el Norandino en Salta, Pacífico en Neuquén y tres gasoductos de Methanex en el sur del país.
Disputa inter-privada y decisiones políticas
Desde la perspectiva de la APJGAS, la situación es compleja. "Nuestra mirada es que es verdad que parte de las leyes que han aprobado en la actualidad pueden influir en que haya un capital inversor de empresas que están acá, pero eso habilita también a una falta de política y planificación energética nacional en la cual tengamos en cuenta un desarrollo más equilibrado del país", aseveró Ruiz. En este sentido, advirtió sobre lo que considera una disputa interna entre actores privados, que pone en juego intereses económicos y políticos.
El debate sobre la ubicación de proyectos estratégicos también es central. "El peso económico determina también los objetivos políticos, por ejemplo, algo que parecía que estaba dado para que estuviera en Bahía Blanca termina estando en territorio de Río Negro por decisiones del gobernador de esa provincia que aceleró su inclusión en el RIGI", señaló Ruiz, refiriéndose a la disputa por los lugares de inversión y los intereses que motivan estas decisiones.
En cuanto al gas natural licuado (GNL), actualmente una opción clave para Argentina, el país lo utiliza principalmente para cubrir las demandas de los meses más fríos del año, debido a las limitaciones de infraestructura para la distribución del gas producido internamente. En 2024, Argentina importó 30 cargamentos de GNL, con un volumen total de aproximadamente 1.696 millones de metros cúbicos (MMm³), lo que significó una reducción del 40% en comparación con el año anterior. Sin embargo, esta disminución de las importaciones no ha sido suficiente para erradicar la dependencia del GNL, al menos hasta que proyectos como el gasoducto Néstor Kirchner, que incrementará la capacidad de transporte desde Vaca Muerta, estén completamente operativos.
Ruiz reflexionó sobre este panorama, asegurando que, aunque el gas natural licuado se presenta como una nueva opción de exportación, "nosotros no pensamos que sea con la rapidez que dicen los medios". Además, recordó que a nivel mundial se está produciendo una desaceleración en la construcción de gasoductos, mientras que se acelera la construcción de metaneros y otros buques para el transporte de GNL. "De hecho, en el mundo se están dejando de hacer gasoductos, y se está acelerando la construcción de los metaneros y otros tipos de buques que puedan transportar GNL", subrayó el dirigente sindical.
A pesar de la creciente importancia de las exportaciones de GNL, Ruiz destaca que la agenda energética argentina sigue careciendo de una visión integral que apunte al desarrollo a largo plazo. "Lo que yo remarco es que desde el punto de vista de los trabajadores y desde el punto de soberanía nacional, muy poco de esto tiene que ver con un proyecto autónomo y sustentable de lo que es el gas natural en Argentina", afirmó. En este sentido, considera que se ha dejado de lado una política energética que permita desarrollar vínculos energéticos e industriales sostenibles y equilibrados a nivel social.
Finalmente, el líder sindical pone énfasis en la falta de discusión sobre la sustentabilidad de las actividades relacionadas con el gas natural. "Ahora bien, esa mirada tiene muy poco anclaje en la pregunta de para qué queremos el gas natural, cómo queremos usarlo, y el tema de la sustentabilidad de la actividad. Cuán sostenible es en términos de si impacta o no impacta en el medio ambiente, que también se está dejando de lado", concluyó.
A medida que Argentina sigue explorando sus opciones en el sector del gas natural, la reflexión sobre su futuro debe ser integral, considerando no solo los beneficios económicos inmediatos, sino también las implicancias sociales, laborales y ambientales a largo plazo.