La empresa petrolera estatal malaya Petronas aún no lo ha anunciado de manera oficial, pero fuentes del sector petrolero confirman lo que publicó el diario Clarín este viernes: hay un 95% de probabilidades de que se retire de la megainversión de 30.000 millones de dólares que había estado planificando durante años con YPF para construir una planta de gas natural licuado (GNL) y exportarlo por barco a nivel mundial.
Marcelo Bonelli, periodista de Clarín, señaló que la empresa asiática tiene un proyecto más atractivo en el que prefiere invertir. No es casualidad que en julio, poco después de que YPF confirmara esta inversión tras la aprobación del Régimen de Incentivos de Grandes Inversiones (RIGI), el embajador malayo en Buenos Aires, Nur Azman bin Abdul Rahim, optara por no conceder una entrevista sobre el proyecto. Este desinterés había estado creciendo, a pesar de que el gobierno de Javier Milei anunciaba la iniciativa con gran entusiasmo, ya que representa la principal de los 50.000 millones de dólares de inversión que el presidente menciona repetidamente que llegarán con el RIGI.
Papelón internacional
Como sea, la disputa por la localización del puerto pudo haber sido uno de los detonantes para los mayos. "Fue un papelón internacional. En el proyecto original entre YPF y Petronas, el puerto siempre fue el de Bahía Blanca. La modificación fue una decisión política contra la provincia de Buenos Aires y lo dijo con todas las letras el Presidente", consideró la fuente consultada que agregó que "se trata de un grado de irresponsabilidad muy grande, porque YPF quedo subordinada a la decisión del gobierno quedando expuesta en la causa por la estatización donde los buitres piden los activos de la petrolera", concluyó.
La indecisión de Petronas se suma a las recientes noticias sobre la postergación del proyecto de hidrógeno verde en Punta Colorada, que la empresa australiana Fortescue, representada en Argentina por el exrugbier Agustín Pichot, había anunciado en 2021 y que nunca se concretó.
Pichot explicó en el diario La Nación el pasado fin de semana: “Noruega, Brasil, Australia y Estados Unidos tienen proyectos avanzados. En Argentina, recién ahora se aprueba una ley (por el RIGI). Brasil ya cuenta con una legislación específica para el hidrógeno, aquí solo tenemos una ley de inversiones. Falta confianza en el país para invertir 4.000 millones de dólares. Para que alguien confíe en Argentina, ya sea China, Nueva York o cualquier otro, es necesario reducir el riesgo país y eliminar el cepo cambiario. Hoy, con inflación y restricciones, eso no está. En Nueva York, el tema de la confianza es fundamental. Nos dicen: 'Pero (Mauricio) Macri nos prometió lo mismo'. Si todos los líderes en Argentina dijeran lo mismo, como ocurre en Brasil, no habría problemas. Pero aquí, Macri decía A, Alberto (Fernández) decía C y Milei dice B, lo que hace que los mercados prefieran esperar. Estamos avanzando, con torres de medición en Río Negro, pero el enfoque está en Brasil, Noruega, Estados Unidos y Australia”.
Se complican las promesas de campaña
La planta de GNL representa la mayor parte de la inversión que anhela Milei. Además, YPF destinará 2.500 millones de dólares al oleoducto Vaca Muerta Sur en Punta Colorada para aumentar la exportación de crudo. En Salta se proyectan 9.000 millones de dólares en litio, aunque la cotización del "oro blanco" ha caído este año, lo que ha llevado a la suspensión de proyectos a nivel mundial, incluyendo en Argentina. En San Juan, se planean inversiones por 3.000 millones de dólares para reiniciar la producción de cobre en 2030, tras haber cesado en 2018. Este mineral, junto con el litio, es altamente demandado para vehículos eléctricos. También hay otros proyectos en marcha, como el de la siderúrgica Sidersa por 300 millones de dólares y la automotriz Renault por 350 millones. Queda por ver cuántos de estos planes se concretan, o si se quedarán en promesas, como aquella declaración de Milei durante la campaña del año pasado, cuando afirmó haber firmado un acuerdo para obtener las decenas de miles de millones de dólares necesarios para dolarizar.