De tono sereno y pausado, accede a una larga charla telefónica con Data Gremial. En sus 21 años de trayectoria en la influyente seccional La Matanza de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) vivió todo tipo de vicisitudes. Del desastre de 2001 a estos tiempos que intentan consolidar un horizonte pospandemia optimista, pasando por la recuperación a partir de 2003 y la recesión del período 2016-2019, que se llevó puestos cerca de 3.000 empleos a nivel local. Hugo Melo. De él se trata. Secretario General de la UOM matancera.
- ¿Cómo está la situación del empleo industrial en La Matanza?
Mucho mejor que el año pasado. Todo el panorama es más alentador. Desde enero hasta hoy se crearon 300 puestos de trabajo, y prácticamente no hubo bajas. La pocas están en relación con alguna jubilación o situación puntual que no tienen que ver con la falta de actividad. Al contrario, las empresas que relevamos está trabajando al 100%, cuando el año pasado andaban por el 50%. Creo que la ayuda del Estado con la ATP es fundamental en este contexto. Además este año se están respetando mucho los protocolos, cosa que el año pasado fue conflictivo en ese aspecto. Pero gracias a los controles que desarrolla la Subecretaría de Trabajo del Municipio, esa realidad también cambió completamente. Los trabajadores, por su parte, se están cuidando mucho. En síntesis, todo fluye. Hay buenas perspectivas. Falta que ahora se empiece a recuperar el salario del sector.
- Se puede decir que ve el futuro cercano con un poco de optimismo, sobre todo teniendo en cuenta lo que pasó durante el Gobierno anterior y el inicio de la pandemia, ¿no?
- Sí, completamente. El período 2016-2019 fue calamitoso. Acá en La Matanza se perdieron cerca de 3.000 empleos industriales y se cerraron 120 fábricas. Parecía que se hacía un esfuerzo para destruir la industria. Después para colmo vino la pandemia, pero ya a fin de 2020 comenzó a verse una recuperación. Hay que seguir fortaleciendo el mercado interno.
“Paritarias cortas”
Melo es una voz crítica dentro de la conducción nacional del gremio metalúrgico. Al ver que la inflación no desaceleraba, en marzo le había reclamado al secretariado “paritarias cortas” Consideraba que “era el momento justo” para hacer ese planteo y no perder poder adquisitivo. Pero Antonio Caló finalmente firmó en abril un 35% anual en tres tramos (abril, julio y octubre), con una revisión que había quedado lejísimos: estaba prevista recién para noviembre. Ante el recalentamiento de los precios ya consumado, ayer Caló finalmente presentó el pedido formal de reapertura de las negociaciones.
- Se puede decir que el tiempo le dio la razón…
- Lamentablemente, sí. Hubiera preferido no tenerla, pero desde el verano veníamos viendo cómo los formadores de precios estaban atentando contra la recuperación del poder adquisitivo de los salarios. Algo había que hacer.
- En ese aspecto, ¿perdió peso el gremio a nivel nacional? Antes, la paritaria de la UOM llegó a ser “la referencia” a partir de la cual negociaban el resto de los gremios.
- Ya no somos el gremio fuerte que supimos ser. Ojo, yo tengo una posición crítica, pero formo parte del Consejo Directivo nacional. Todos tenemos responsabilidad. Algunos más y otros menos. Todo se define por el voto mayoritario y no estamos pudiendo imponer nuestra visión. Yo me acuerdo que cuando no era dirigente veía por televisión a Lorenzo Miguel (N de R: el entonces titular de la UOM) y negociaba con un kilo de carne el valor de una hora de un metalúrgico. Hoy estamos lejos de eso. No se estuvo a la altura de las circunstancias. En algún momento fuimos un gremio de referencia y hoy somos furgón de cola. Necesitamos volver a tener peso.
- A propósito de sus comienzos como dirigente: usted empezó después de los 40 años, algo no habitual.
- Sí, hoy tengo 63. Comencé de grande. Trabajaba en la fábrica y lo único que me importaba era jugar al fútbol (risas). Pero los compañeros me fueron convenciendo que me volviera dirigente. Yo hablaba con todo el mundo, me preocupaba por la situación de cada uno y se fue dando naturalmente. Pero tuve que aprender mucho de golpe.
- ¿Y cómo ve el tema elecciones del sindicato?
- Lejano… No es un tema para hablar ahora, la gente tiene otras preocupaciones. Hay que ir solucionando temas. Además, en la conducción nacional del gremio es muy difícil que algo cambie porque el sistema de elección es muy restrictivo. Distinto a lo que sucede acá en La Matanza, donde el voto de los delegados es directo. Y justamente a nivel local, veremos. Si hicimos las cosas bien, los compañeros nos acompañarán en un último mandato.
- Acaba de decir “último mandato”. ¿Eso tiene que ver con su postura en contra de los “mandatos indefinidos” en los sindicatos?
- Claro. Totalmente. Acá en la UOM La Matanza siempre sostuvimos que un dirigente debe retirarse cuando le llega la edad la jubilatoria. Es una filosofía que tenemos en la seccional desde los tiempos del anterior secretario general, Carlos Gdansky. Debemos promover la participación de los jóvenes y el recambio generacional.
- ¿Y cuál es su deseo en la UOM La Matanza para lo que viene?
Seguir recuperándonos y ofrecerles cada vez más servicios a nuestros afiliados. Desde el año 2003 hasta 2015 habíamos podido avanzar mucho. Fue una época dorada de obras. Hoy tenemos escuelas de formación profesional con un equipamiento tecnológico que ni siquiera muchas empresas tienen, con ocho impresoras 3D y equipamiento de punta. También el centro cultural que es una referencia en la zona por la gran cantidad de actividades que tiene. Desafortunadamente, durante el macrismo tanto avance se desaceleró. Tuvimos que concentrarnos en ampliar el policlínico de Ramos Mejía, y no pudimos avanzar todo lo que queríamos con la clínica de Kilómetro 39 (Virrey del Pino). Ahora, la obra está en un 75% y esperamos poder inaugurarla lo antes posible.
Han pasado todo tipo de acontecimientos en los últimos años. Sin embargo, a Melo se lo nota confiado de cara a lo que viene. ¿Su mayor deseo? “Que se siga recuperando la producción, para que haya más trabajo. Al haber más trabajo crece el consumo y eso redunda en más puestos de empleo. Es un círculo virtuoso”, se entusiasma.