Es verdaderamente increíble, que el actual gobierno nacional haya sido el ganador de las últimas elecciones presidenciales.

Es el peor gobierno de la historia argentina, sin lugar a duda.

En la campaña electoral - al igual que durante el gobierno macrista -, solo se expresaron innumerables promesas que apuntarían a mejorar el país y fundamentalmente la situación del pueblo argentino.

Como sucede con la casta política tradicional, todo lo que se prometió en campaña, se incumplió cuando ganaron y llegaron al poder.

Se borró con el codo, lo que se escribió con la mano.

Empeoraron en ocho meses de gobierno, todos los indicadores macro y micro de la economía del gobierno anterior.

Son un desastre total.

El triunfo del actual gobierno nacional fue producto de errores no resueltos durante años por parte de gobiernos progresistas. Errores de una clase dirigencial que se alejó de las necesidades más importantes de la ciudadanía. Pero fundamentalmente, porque en los últimos treinta años aproximadamente, no hubo un solo gobierno peronista de verdad, a pesar de que muchos usaron el sello del Justicialismo para postularse a cargos y seguir atornillados (esposos, esposas, hijos, o nietos de viejos dirigentes).

Ninguno de ellos nunca lideró con la doctrina, como programa de gestión.

Por eso cuando hay quienes dicen los “peronchos esos o aquellos”, habría que hacerles entender que después de Perón (y de Néstor Kirchner), no hubo un solo gobierno realmente peronista en la República Argentina.

Demasiados dirigentes mujeres y hombres disfrazados de peronistas, pero que el tiempo dejó en evidencia que están del lado del capital, y en muchos casos, en contra de la propia clase trabajadora (a quienes persiguieron, a quienes ajustaron salarialmente, a quienes les quitaron derechos laborales), claramente no tienen nada que ver con el peronismo.

Este gobierno nacional tiene un proyecto a llevar adelante (con funcionarios de los más negativos que tuviéramos ocupando cargos en el Estado), que va en detrimento de la Patria y del pueblo.

Usó el resultado del voto popular (voto castigo y también aprovechando muchos sectores que dicen ser peronistas y radicales que traicionaron sus ideales y su propia doctrina), para convertir a una Nación en vías de desarrollo, en un país que solo apunta  solo a la generación de productos primarios, que está destruyendo la industria nacional y las pymes locales, que está provocando miles de despidos de trabajadoras y trabajadores de norte a sur y de este a oeste, que aniquiló el poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados, que está llevando a la mínima expresión al mercado interno, y que abre las puertas a extranjeros (especialmente a los más acaudalados), para regalar prácticamente tierras y recursos naturales estratégicos de la Argentina.

Este mismo gobierno nacional, que no tiene estructura sólida (no tiene ni intendentes, ni gobernadores de su signo político), que debe llenar cargos de su gabinete con ex funcionarios reciclados del PRO y de un sector del radicalismo de derecha), solo puede avanzar sin obstáculos, gracias a gobernadores serviles y colaboracionistas, y gracias a su principal aliado sindical que es la CGT, la que permitió el despido de miles de trabajadores del sector estatal, que permitió el despido de miles de trabajadores del sector privado, que permitió que se apruebe la reforma laboral regresiva de la Ley Bases, y que permitió el retorno del impuesto a las ganancias. En el mundo gremial, a este tipo de dirigentes de la CGT, solo se los denomina de una sola forma:  "traidores". Pareciera que la CGT en vez de ser la Confederación General del Trabajo, se hubiera convertido en la Confederación General de Traidores.

La ciudadanía en general, las bases de las organizaciones sindicales, las bases de las organizaciones sociales en particular no deben esperar nada de muchos dirigentes de sus sectores (a pesar de que hay quienes cumplen su rol muy bien). La inmensa mayoría están desaparecidos, no luchan, y no defienden a sus representados.

A ningún dirigente político o sindical, se le firmó un cheque en blanco para que nos arruinen la vida no solo a nosotros, sino también a nuestros hijos, nietos y futura descendencia.

No podemos como argentinos bien paridos, permitir la destrucción de nuestra Nación, y el saqueo de nuestras tierras y recursos naturales.

Por lo tanto, va llegando el momento que a esta dirigencia política y sindical mediocre y traidora a los intereses nacionales y de la ciudadanía argentina, sea demandada por Dios y por la Patria.

Las argentinas y los argentinos de bien, nosotros los nacionalistas, los que amamos nuestra Patria y nuestro país, tenemos el deber y la obligación de decirle a esta casta política y sindical nefasta lo antes posible: ¡BASTA!

¡Viva la Patria!

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