A 45 años del heroico primer paro general contra la dictadura genocida

La huelga general la motorizaron los dirigentes del sindicalismo peronista combativo que no habían podido ser encarcelados. La medida de fuerza fue un duro golpe para el régimen cívico-militar que asistió al nacimiento de un principio de resistencia tras tres años de terrorismo de Estado y represión ilegal.

27 de abril de 2024

Se cumplen este sábado 45 años del primer paro general contra la dictadura-cívico militar. El 27 de abril de 1979, la Comisión de los 25 gremios más combativos de la CGT lanzó la huelga para repudiar la política económica instrumentada por José Alfredo Martínez de Hoz y en reclamo de un aumento salarial. La medida de fuerza contó con un alto índice de acatamiento pese a la situación que se vivía en el país.  

El gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, surgido tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que derrocó a la presidenta María Estela Martínez de Perón, intervino la CGT, las obras sociales y suspendió la actividad gremial en fábricas y empresas.

En ese contexto, el gobierno de facto impulsó un brutal ataque contra el movimiento obrero organizado. La estrepitosa caída del salario real pudo concretarse gracias a la mencionada intervención de la CGT, pero también debido a la disolución de las 62 Organizaciones, el encarcelamiento de los principales dirigentes, y la persecución, asesinato y desaparición de miles delegados y activistas.

Con ese panorama, la resistencia fue inmediata, pero inconexa, y sin una conducción unificada.

Desde 1978 existían dos grupos con enfoques distintos sobre cómo encarar la lucha contra la dictadura. Por un lado estaba la CNT, que manifestaba algunas críticas, pero ante todo buscaba tener un canal de diálogo formal y permanente con el gobierno. Los 25, en cambio, impulsaban un enfrentamiento más frontal.

Convicción y valentía 

A fines de ese mismo año, en una cena de dirigentes peronistas, Ubaldini leyó un duro comunicado contra la dictadura. En el texto se reclamaba la libertad de los presos políticos y gremiales y se planteaba que la independencia económica no se consigue bajando los salarios a niveles infrahumanos para lograr que los monopolios se instalen y produzcan a bajas costos para el mercado externo. La intervención de la CGT citó a Saúl Ubaldini para apercibirlo severamente. Estaba todo dado para una medida de envergadura.

El 21 de abril de 1979 los 25 decidieron convocar a una jornada de protesta entre las 0 y las 24 horas del día 27. El gobierno reaccionó rápidamente e intimó a los dirigentes a comparecer a la Dirección Nacional de Relaciones Laborales para responder un cuestionario.

Les preguntaban si integraban el grupo de los 25 y si estaban al tanto del paro y de la violación de disposiciones vigentes que esa medida significaba. Se les requirió también la opinión sobre la huelga y qué actitud tomarían frente a la misma. Ninguno de los interrogados respondió.

El gobierno arrestó de inmediato a todos los sindicalistas. Algunos fueron interceptados cuando se retiraban, otros en un bar cercano y los últimos en operativos ulteriores. Se los llevó al Departamento de Policía y posteriormente fueron alojados en la cárcel de Caseros. Además del dirigente cervecero quedaron detenidos Roberto García (taxista), Carlos Cabrera (mineros), Gerónimo Izzeta (municipales), Fernando Donaires (papeleros), Raúl Crespo (SUPE), Roberto Digón (tabaco) Rodolfo Soberano (molineros), Raúl Ravitti (ferroviario), José Rodríguez (Smata), Enrique Micó (vestido), Jorge Luján (vidrio), Demetrio Lorenzo (alimentación), Natividad Serpa (Obras Sanitarias), Delmidio Moret (Luz y Fuerza), Víctor Marchese (calzado), Alberto Campos (UOM) y Benjamín Caetani (aceiteros).

El día 24 un comité de huelga clandestino ratificó la huelga. Al reclamo general le sumaron la libertad de los detenidos. Ante los hábeas corpus presentados, el gobierno respondió que los sindicalistas habían infringido la ley 21.400 que prohibía las huelgas. Con todo, tres días después la medida fue llevada a cabo.

Los reclamos fueron varios. Se convocaba a los trabajadores a realizar una protesta en todo el territorio nacional en demanda de la restitución del poder adquisitivo del salario, la plena vigencia de la ley 14.250 de Convenciones Colectivas de Trabajo, en oposición a la reforma de la ley de Asociaciones Profesionales y de Obras Sociales y en favor de la normalización sindical.

El acatamiento no fue total pero tuvo importantes repercusiones. Afectó principalmente al cinturón industrial del Gran Buenos Aires, a las ciudades más importantes del interior del país y a fábricas como Celulosa Argentina, Chrysler, Santa Rosa, Mercedes Benz, Águila Saint, Peugeot, Citroën, y La Cantábrica. Las líneas Roca, Mitre y Sarmiento quedaron completamente paralizadas.

Un duro golpe para los dictadores

El gobierno acusó el golpe. La dictadura duró algunos años más pero ya mostraba fisuras en su aparente poder absoluto. Varios días después, y luego de intensos reclamos en el país y en el exterior, los dirigentes fueron liberados. Una vez en la calle, Ubaldini proseguiría su carrera de resistencia que lo llevaría a secretario general de la CGT.

Finalmente, el 30 de marzo de 1982 Ubaldini protagonizó el famoso paro y marcha masiva que significaría el golpe dio inicio al final de la dictadura genocida, para el regreso de la democracia.